Político viene del griego que significa “del asunto de las ciudades”, diríamos, del asunto de las gentes, podríamos llegar a decir en el lenguaje usual de hoy, del Bien Común, ese bien definido como “el conjunto de condiciones para el pleno desarrollo material y espiritual de todos y cada uno de los miembros de la comunidad”, pero, conviene preguntarse ¿nuestros políticos están dedicado a ello? Nuestros políticos del gobierno, nuestros políticos del parlamento, nuestros políticos desde un comunal o presidente de junta de vecinos, hasta los grandes dirigentes nacionales, de izquierdas y derechas; de centro, de arriba y de abajo ¿buscan realmente colaborar en producir ese conjunto de condiciones? No pensando en una masa amorfa que no reconoce personas sino colectivos, y tampoco pensando en un conjunto de individuos aislados que pertenecen a una sociedad que requiere interacciones interpersonales de caridad y ayuda.
Es que nuestros políticos están sirviendo a ideologías, a intereses económicos, a titulares sensacionalista en medios de comunicación, a su propio patrimonio y el de sus amigos y parientes, antes que al Bien Común.
Filosóficamente, no podríamos negar que un pez, o cualquier animal, es un ser sintiente, efectivamente, dentro de los tres tipos de alma que existen, tienen alma sensible, pero si se sabe lo mínimo de filosofía para conocer ello, se debería saber que la dignidad humana está por sobre el resto de la creación, y pues de algo ha de alimentarse a las gentes, de algo han de trabajar, de algo se ha de sostener la economía nacional para el bienestar de la población, una vez más, políticos al servicio de ideologías.
“…no podemos negar que un pez
es un ser sintiente, (pero) la
dignidad humana está por sobre
el resto de la creación…”
En la búsqueda del rumbo correcto, nuestros políticos se asemejan a Nemo, el pez perdido. En la famosa película, Nemo se encuentra alejado de su hogar, tratando de encontrar el camino de regreso. Similarmente, nuestros políticos parecen estar perdidos en un vasto océano de intereses personales y partidistas, olvidando su verdadero propósito: servir al Bien Común. En lugar de nadar juntos hacia un objetivo común, muchos parecen seguir corrientes diferentes, que los alejan cada vez más de su destino.
Una figura de la derecha, promotora de un proyecto primitivo de aborto, alentando a sus candidatos a prometer sin bases ni sustentos, plantea una inquietante pregunta: ¿qué tipo de servicio público busca engañar a la gente? Parecen buscar números y votos, no el bienestar de la nación, que es el deseo puro al que deben aspirar todos los que se consideren políticos de honor.
Necesitamos servidores públicos, verdaderos servidores de la gente, incluso más allá de sus colores políticos. La izquierda y la derecha, salvo honrosas excepciones, han perdido el rumbo. Tal como Nemo necesita encontrar su camino de regreso a casa, nuestros políticos deben reencontrarse con su misión de servir al Bien Común y dejar de lado los intereses que los desvían de ese objetivo esencial.